domingo, 5 de diciembre de 2010

Change

Vivo con miedo a que mi vida cambie. El miedo es humano, de lo más humano del mundo, inevitable. Los cambios asustan, aunque siempre aseguren que aportan algo bueno. Y a mí me asusta que una de las 16 piezas de mi pequeño puzzle deje de encajar. No, ahora no, por favor. Mi vida es estable, no quiero cambiarla. Y, aunque suene egoísta, creo que merezco estar así. Me lo merezco por el simple hecho de que lucho por mi estabilidad en el día a día, con pequeños o grandes detalles. Con constancia voy consiguiendo formar el puzzle que tanto tiempo llevaba buscando, aun sin saberlo, para mi vida.

Pero si algo me ha enseñado el corto trayecto que llevo recorrido es que, a veces, los cambios no están en nuestras manos y llegan sin ningún preámbulo. Cambios. Inoportunos cambios que provocan migraña y pesadillas. Fuertes vientos o lluvias que empapan o hacen volar a esas piezas perfectamente conectadas entre sí. Pero sabes que sea en el momento y de la forma que sea, los cambios llegan. Y, cuando el cambio está sobre ti, lo mejor es que, si no quieres perder el tiempo, no intentes evitarlo. Acabas haciendo lo mismo de siempre: pataleas, te resignas, te adaptas, lo aceptas y sonríes.

Y zas, te das cuenta de que has conseguido reordenar ese puzzle que debido a diversas circunstancias llegó a ser caos. Ahora lo forman piezas diferentes, o las mismas pero cambiadas de sitio. Eso es bonito. Es bonito que después de la tempestad consigas volver a la calma, que después de vivir entre colores oscuros te des cuenta de que eso ha sido un mero trance y ahora en tu paleta solo quepan los colores vivos.

CAMBIOS. Los mejores profesores.


2 comentarios:

  1. Tus colores vivos salpican a mi paleta, ahora pinto con tus colores, con tus cambios y con el caos que transformas en arte. En todos tus cambios te acompañaré hermana. Tq!

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  2. Sin duda, la majoria de los cambios suelen ir a bien!
    TE QUIER PEQUEÑA!

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