jueves, 30 de diciembre de 2010

Carnaval

Ya no solo la crisis económica sacude nuestros hogares. La peor crisis existente ha llegado a la ciudad.

Elena es la mujer a la que la hipoteca se le empezó a quedar grande hace ya un tiempo, y ahora no sólo es la hipoteca, si no los 90 metros cuadrados en los que vive. Afirma que ha tomado muchas decisiones precipitadas en su vida, y una de ellas fue comprar un piso para vivir con su ya no actual pareja, cuando desde hace tiempo ambos veían el fin a su relación, la que se tambaleaba cada cinco minutos. Pero lo importante era aparentar que todo iba genial. Enseñar a amigos y familia los detalles que tenía con ella al principio de la relación se le daba muy bien, e inventarlos cuando ya no existían, también. Y eso fue demasiado pronto, al poco tiempo rutina, celos y discusiones llegaron cogidas de la mano. ¿Cómo explicarle a todos que los detalles habían quedado convertidos en cenizas? Demasiado difícil, así que evitó explicaciones y decidió seguir fingiendo.
Creó su propio carnaval, sacó cientos de máscaras para mostrar a la gente. Cada día eran problemas nuevos con Javier y a su vez una careta nueva para los demás. Por muchas estrategias que inventase para intentar convencer no sólo a los demás, sino a ella misma de que su vida era perfecta, sabía que la realidad era mucho más turbia.
Se había convertido en una infeliz o, mejor dicho, ¿en qué se había convertido? No se reconocía (ni la reconocían), su mundo no era el de él, sus amigos no eran comunes y sus aficiones eran totalmente opuestas. Como es obvio, a nadie le gusta reconocer que se ha equivocado, a nadie le resulta fácil decir adiós a alguien a quien quieres amar ni dar una batalla por perdida cuando llevas luchando por sobrevivir más tiempo del que llevas viviendo.
Tonta de ella, de él, de ellos, a pesar de darse cuenta de que eran incompatibles y de que sus caminos debían separarse, decidieron seguir haciendo planes de futuro. Futuro que se convirtió en el tejado de aquel piso cimentado en toneladas de lodo, tan inestable y sucio como el "nosotros" que maquillaba un
y un Yo.
Tú y yo, que ni era, ni es, ni será lo mismo que Tú + Yo; por mucho que Elena intente demostraroslo.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Proud of you

Donde antes había terrenos áridos ahora sólo veo playas, en las montañas más difíciles de escalar encuentro retos que soy capaz de afrontar y afán de superación. Por las noches la oscuridad es cubierta con sábanas de diversos colores y en las pesadillas ya no apareces tú.
Haces dibujos animados de cualquier película en blanco y negro.
Por eso, y por una infinidad de cosas más, te admiro. Muchísimo. Y aunque probablemente nunca leas esto, estoy muy orgullosa de tí.



lunes, 13 de diciembre de 2010

Tener tanto que perder es bonito

A las películas de dibujos animados les puedes sacar mucho provecho, eso pensaba ella. A día de hoy, prometió asegurarme que es verdad. Ayer hizo una bonita reflexión después de ver una de sus favoritas. Las relaciones funcionan por etapas, la duración de estas etapas es lo que está en nuestras manos, no hay un tiempo que las determine. Es bonito tener que cuidar cada momento como si del último se tratase. Disfrutar de la otra persona y sentirte afortunada de ello. Si la quieres, saldrá solo. Si dudas, tendrás que asegurar lo que sientes. Si ya no sientes, puedes elegir entre luchar por seguir sintiendo o acabar con todas las etapas. Habrá días peores y días mejores y en ambos debes intentar dar lo mejor de ti y, quizás no haya recompensa alguna. Pero, ¿qué mayor recompensa que saber que lo has intentado? Hay que jugársela, ella a base de intentos ha aprendido mucho más de lo que podía llegar a imaginar. Por eso la admiro, por su valentía, por la capacidad para dar oportunidades y por la increíble facilidad que tiene de hacer desaparecer al miedo. Gracias por jugártela, valiente.




jueves, 9 de diciembre de 2010

Paren el mundo que me bajo

Texto rescatado del 7 de Junio de 2009 :_)

La estación. Esa que sintió mis nervios mirando el reloj. La que me vió esperando ansiosa el tren procedente de Barcelona. La que nos vió fundirnos en uno. La que paró el tiempo cuando se paró ( aunque fuese solo un segundo ) mi corazón. La que nos permitió encerrarnos en un abrazo.La que nos dejo solos a los dos en mitad de mucha gente. La que escuchó nuestras palabras y sintió nuestra respiración. A la que se le hubiese erizado el bello viendo mi gran sonrisa al verte bajar. La que nos concedió poco tiempo para nosotros, aunque nos conformasemos con esos minutos.
La que, días despues.. Se alimentó de nuestro beso pasional de despedida. De tus caricias en mi pelo y las mías en tu cara. De los incontables besos en el cuello. La que vió como secabas las lagrimas que caían de mis ojos. La que presenció como de nuevo te abracé con más fuerza que nunca y te susurré unas palabras (sencillas a la vez que complejas) Y la que por ultimo te vió subir de nuevo al tren donde te bajaste, pero esta vez con una expresión distinta. La que vió como a mi mano le costó separarse de la tuya.

Estaciones. Y las diversas historias que espían y guardan bajo llave en vagones y andenes. Siempre me han parecido un lugar mágico, cargado de secretos, de lágrimas y de sonrisas. De viajes al fin del mundo.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Change

Vivo con miedo a que mi vida cambie. El miedo es humano, de lo más humano del mundo, inevitable. Los cambios asustan, aunque siempre aseguren que aportan algo bueno. Y a mí me asusta que una de las 16 piezas de mi pequeño puzzle deje de encajar. No, ahora no, por favor. Mi vida es estable, no quiero cambiarla. Y, aunque suene egoísta, creo que merezco estar así. Me lo merezco por el simple hecho de que lucho por mi estabilidad en el día a día, con pequeños o grandes detalles. Con constancia voy consiguiendo formar el puzzle que tanto tiempo llevaba buscando, aun sin saberlo, para mi vida.

Pero si algo me ha enseñado el corto trayecto que llevo recorrido es que, a veces, los cambios no están en nuestras manos y llegan sin ningún preámbulo. Cambios. Inoportunos cambios que provocan migraña y pesadillas. Fuertes vientos o lluvias que empapan o hacen volar a esas piezas perfectamente conectadas entre sí. Pero sabes que sea en el momento y de la forma que sea, los cambios llegan. Y, cuando el cambio está sobre ti, lo mejor es que, si no quieres perder el tiempo, no intentes evitarlo. Acabas haciendo lo mismo de siempre: pataleas, te resignas, te adaptas, lo aceptas y sonríes.

Y zas, te das cuenta de que has conseguido reordenar ese puzzle que debido a diversas circunstancias llegó a ser caos. Ahora lo forman piezas diferentes, o las mismas pero cambiadas de sitio. Eso es bonito. Es bonito que después de la tempestad consigas volver a la calma, que después de vivir entre colores oscuros te des cuenta de que eso ha sido un mero trance y ahora en tu paleta solo quepan los colores vivos.

CAMBIOS. Los mejores profesores.