lunes, 18 de octubre de 2010

Me llaman octubre.

Conmigo reaparecen las prisas, los primeros exámenes y el agobio consecuente de estos. También las ventanillas subidas de los coches, los termómetros a temperaturas más inferiores de lo normal y los cambios de armario. El anhelo porque un fin de semana dure más de dos días, tomar comidas calientes (abundantes caldos y guisos)... Aunque por suerte, al menos para mí, no es solo eso lo que aterriza conmigo, si no también... las mantas, los libros de lectura, las estufas con su habitual calor artificial, las tardes llenas de lluvia en la que ese olor a tierra mojada que tanto añorabas roza tu ventana para embriagarte, y te regala tiempo para pensar en ti misma. El sonido al pisar las hojas secas, el agradecer que cualquier líquido "hirviendo" atraviese tú esófago, las películas desde tu cómodo y cálido sofá, los resfriados (parecen malos, pero lo bueno que tienen es el dejar que te cuiden), el típico afán por merendar una ícara de chocolate, las noches más largas de lo usual, canciones no tan optimistas (ni tan patéticas) como la mayoría de las del verano, si no más tranquilas, que te transportan a un estado de nostalgia que, una vez al año, no hacen daño. Pisar los charcos y llevar los pies calados, las manos congeladas que sostienen una taza de té ardiendo.-es mucho mejor que llevar guantes y LOS ABRAZOS que consiguen templar tu tan frío cuerpo.
Aunque lo mejor del otoño... Lo mejor de mí... eres TÚ.


"Me llaman Octubre, desde que sólo hablo de ti
Me llaman Octubre, yo te convertí en Noviembre, así es mi calendario."

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